sábado, agosto 07, 2010

Un día del niño sin niño

Fuera de posiciones políticas encontradas o no, al llegar a este primer fin de semana de agosto de 2010 encuentro que hay como dos "climas noticiosos" o "discursos de la realidad" diferentes.
Por un lado, en el mundillo político-dirigerencial-empresarial un tema casi inevitable es la reunión del CEO del grupo Clarín con parte de la dirigencia partidaria. Por el otro, en el ámbito más masivo y popular el tema central es la inseguridad, las muertes de la semana y particularmente el fallecimiento de un recién nacido.
Cada uno de estos "lados" tiene sus propios argumentos para sostener su preocupación: los que están más politizados porque están atentos a los devenires del poder y a ese ajedrez perverso que pone en juego el mañana; los que se centran en la inseguridad, porque es su realidad de todos los días y si son víctimas hoy por la mañana de este descontrol no tienen participación en aquel mañana.
Los que atienden el juego del poder, lo hacen con el convencimiento tácito de que no serán víctimas de esa inseguridad; los que se preocupan por los hechos de todos los días, lo hacen con la certeza de que no son parte de ese mañana de los poderosos.
Al reflexionar sobre estos dos universos creí comprender la metáfora de las rejas que rodean la casa de gobierno. Al principio no la comprendía. En mi concepción las rejas y las vallas separan no integran, por eso me he resistido a que quienes surgen del pueblo para orientarlo temporalmente se separen del pueblo como si no fueran parte de él sino como si buscaran una posición de distancia y aislamiento. Pero ahora comprendo, las rejas no hacen más que reflejar la realidad de la separación de ambos mundos.
No es que quienes están en el universo del poder no conozcan las necesidades de todos los días. Simplemente sus prioridades son diferentes, no son las de quienes viven del otro lado de la reja.
No es que no sean importantes las reuniones y acuerdos que quizás (sólo quizás) determinen nuestro futuro. Pero si la muerte de un niño que fue atacado cuándo aún no había nacido no es importante, entonces nada es importante. Si la muerte de un recién nacido no es la más grande de las situaciones a analizar, lo que analizamos no es el futuro porque ya no hay futuro.
Un símbolo más: mañana domingo en Argentina celebramos el día del niño, pero ayer, el niño murió.

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2 Comments:

At 3:36 p.m., Blogger Benjamin Regis said...

Vivimos en un mundo de rejas y separación, que sean de hierro como en la casa rosada o de las que son invisible, asi de cruel. Si, el mundo ha cambiado, pero ahora decir que no hay futuro no me parece una buena enseñenza por la gente que lee esta nota (jovenes como yo).

 
At 6:20 p.m., Blogger Oscar Gerometta said...

Benjamín.
Estoy de acuerdo contigo, pero el mensaje que intenté dejar no es que no hay futuro, sino que si (esto es un condicional) no nos importara la muerte del niño, entonces si no habría futuro.
Por suerte, si bien hay muchos que están más preocupados por las peleas pequeñas, entre nosotros hay muchos que sí estamos preocupados por la muerte del niño. Si no fuera así, no habría escrito este artículo. Creo que allí es donde hay un futuro.
Porque el futuro no nos viene, sino que lo construimos. No simplemente está, sino que nosotros lo hacemos.

 

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