sábado, septiembre 04, 2010

El edificio es sólo el envase

En la mercadotecnia contemporánea el desarrollo de los envases en los que se presentan los productos se ha convertido casi en una disciplina autónoma. El diseño, fabricación y presentación de los envases en algunos casos parece ser hasta más importante que el producto que el envase mismo contiene. A punto tal que muchas veces delante de la góndola del supermercado uno descubre admirado que el envase y la promoción tienen un costo mayor que el mismo producto que contiene.
Y simultáneamente ocurre que el consumidor elige más en función del envase y todo lo que lo rodea, que del producto que el envase contiene.
Esta en la lógica de una sociedad de consumo. Lo que importa, desde la perspectiva del consumidor es que se consuma, desde la perspectiva del empresario es que se genere consumo. Lo que se consume, es secundario, la excusa. No lo esencial.
En los últimos días hemos asistido en la ciudad de Buenos Aires a un largo debate sobre el estado edilicio de un grupo de escuelas que están, ciertamente, en un estado penoso. Y toda la discusión se ha centrado en los edificios, el presupuesto asignado a la infraestructura y si las escuelas tienen que tener calefacción y aire acondicionado o deben seguir siendo heladeras en invierno y hornos en el verano.
Ante la discusión, tengo la sensación de que la era del consumismo ha llegado a la educación y se ha adueñado de alumnos, padres y docentes.
Tengo un hijo que está cursando su escuela primaria. Inicialmente asistió a una escuela privada: edificio bien mantenido, calefacción central, pintura impecable, uniforme, etc.; lo que mismo que muchas familias iban buscando.
Hoy asiste a un colegio de gestión oficial: un edificio viejo, pero dignamente mantenido, quizás no mucha pintura; cambiamos el "uniforme" que distingue por el guardapolvos que iguala; y ganamos en alegría, libertad, creatividad, espíritu de iniciativa, espíritu de juego y colaboración. Y no quiero poner en la lista que también ganamos natación en pileta climatizada, escuela de ajedrez y biblioteca porque parecería que volví a quedarme en el envase.
No es una de las escuelas de doble escolaridad, no tiene idioma extranjero. Tiene fundamentación didáctica, respeto por los tiempos de los chicos, espacio para su desarrollo y creatividad, heterogeneidad social.
Es cierto. Le vendría bien una mano de pintura. También es cierto que algunas reparaciones y mejoras en los patios serían muy bienvenidas. Pero la verdad, entre la escuela pintada, prolija y de uniforme de antes, y la actual con su edificio antiguo, su guardapolvo y sus picaditos de fútbol en el patio... prefiero la actual.
Lo que importa no es el envase, sino en qué educa.
No es que el envase no deba estar cuidado o buscarse lo mejor. Pero los que se quedan en discutir el envase y no miran el contenido no defienden la escuela pública; quieren que la escuela pública se juzgue por los mismos valores que la escuela privada, y eso es burguesía, eso es sociedad de consumo, eso... eso creo que sería elegir la leche por el envase y no por la leche misma.

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