viernes, enero 02, 2015

¿Se extinguen los buitres?

No, no estoy escribiendo sobre zoología.
Es que en mi país, Argentina, se le ha dado el mote de "buitres" a un tipo particular de acreedores.
Sucede que luego de una larga historia de endeudamiento del Estado Nacional y múltiples crisis económicas de mayor o menor envergadura, a comienzos de este siglo y en medio de una grave crisis económica y social nuestros gobernantes tomaron la decisión de anunciar que no seguirían pagando a nuestros acreedores "externos" lo que nos llevó a entrar en cesación de pagos y a un status particular que recibió el nombre de "default".
Si bien los gobernantes circunstanciales rápidamente renunciaron sin poder solucionar la crisis, el Estado Nacional debió prepararse para las consecuencias de esta situación particularmente compleja que se ha prolongado a lo largo de los años. De hecho al día de hoy no se ha terminado de cerrar completamente ese capítulo de nuestra historia económica a pesar de 2 procesos de renegociación de la llamada "deuda externa". La demostración más acabada de que la dirigencia política está consciente de esta situación es que, más allá de los discursos, anualmente al aprobar el Presupuesto Nacional se renuevan los así llamados "súper poderes" que facultan al Poder Ejecutivo a seguir gestionando la crisis utilizando atribuciones no previstas en la Constitución Nacional. Pareciera que más de 10 años de emergencia económica no han alcanzado para encarrilar una solución a una crisis generada a comienzos de siglo; y por ahora no se ve un final claro para este proceso.
Pero bien, ¿dónde entran los buitres?
Ocurre que después de 2 procesos de negociación se logró acordar con un porcentaje importante de los acreedores (92,4%) una quita significativa de la deuda para comenzar un proceso de cancelación progresiva de la deuda remanente. Pero como se puede notar a simple vista, un 7,6% de esos acreedores no aceptaron las nuevas condiciones y exigieron que se respetaran las condiciones iniciales en las que se había contraído esa deuda. Este grupo de acreedores, que técnicamente recibe el nombre de holdouts son lo que se conocen en Argentina como "buitres".
La relación con este grupo de tenedores de bonos (algunos de ellos, fondos de inversión) ha sido muy tormentosa a lo largo de los años. Terminado el último intento de negociación de la deuda iniciaron una demanda judicial en los tribunales de Nueva York (jurisdicción elegida para la emisión de los bonos en disputa) la cual, con muchas alternativas y apelaciones, llegó a su punto culminante durante el año 2014 cuando finalmente quedó firme el fallo que obliga a la Argentina a cumplir con su compromiso y pagar la totalidad de lo adeudado.
Desde ese momento se desató una intensa batalla verbal y comunicacional contra estos holdouts ahora devenidos en "buitres". ¿Por qué "buitres"? Pues porque exigen se cumplan las condiciones acordadas, las que se consideran ahora como abusivas y que otorgan una ganancia exorbitante a los tenedores de estos bonos.
A partir de este punto se ha comenzado un intenso intercambio de opiniones y negociaciones internacionales que tienen por objeto limitar la acción de estos "fondos de inversión" que aprovechan la situación financiera comprometida de los Estados para realizar negocios abusivos. Negociaciones que han conducido a numerosos pronunciaciones y declaraciones de Estados Nacionales y Organizaciones Internacionales en este sentido. Muchos discursos que crean para algunos la sensación de que se termina este tipo de negocios y especulaciones, protegiendo a los Estados Nacionales de buitres carroñeros que se aprovechan de la necesidad para realizar negocios. Crean la sensación de que los buitres se extinguen. De ahí mi pregunta... ¿están realmente los buitres en camino a la extinción?

No soy economista y estoy lejos de serlo, por lo que no puedo reflexionar sobre este tema desde la perspectiva económica; pero como interesado en la historia, creo que por ahora la respuesta es que no, que los buitres no se extinguen.
¿Por qué no? ¿Acaso no hay un clima internacional que tiende a afirmar que no se puede llevar a un Estado a la bancarrota por la deuda sostenida con privados?
Desde la teoría pareciera posible, pero desde la práctica creo que no. No porque no fuera posible suprimir la existencia de prestamistas que embarguen a los Estados; sino porque no creo posible que los Estados contemporáneos se sostengan en los hechos sin contraer deuda con esos prestamistas.
Lo muestra la historia. La banca contemporánea tiene una de sus raíces en los empréstitos primero a las monarquías y luego a los Estados Nacionales.
Hay muchos antecedentes, muchísimos se pueden enumerar, pero basten algunos: los empréstitos contraídos por los entonces Reyes Católicos para financiar la unificación de España; más tarde Carlos V que es financiado por los banqueros alemanes Függer y Welser (que son considerados junto a los Médici los precursores del capitalismo contemporáneo); el desarrollo de la banca holandesa en el siglo XVIII de la mano de empréstitos a diversas potencias europeas. Localmente basta con recordar que apenas nacida la República Argentina, en 1824, se subscribe el empréstito con la Baring Brothers.
Lo muestra también la matemática. Mientras los Estados Nacionales gasten más que lo que recaudan generarán déficit; para cubrir ese déficit necesitarán obtener recursos (créditos); recursos que deberán ser provistos por otros Estados, organizaciones, o privados (¿buitres?). 
Es decir, los Estados Nacionales contemporáneos, deficitarios en su economía, necesitan contraer deuda. Y cuando se contrae deuda en medio de la necesidad, las condiciones de la misma las pone el acreedor, no el deudor.
Mientras haya déficit habrá deuda, porque es la única forma de cubrir ese déficit.

Consecuencia. Mientras el Estado sea deficitario está en un camino de endeudamiento progresivo que lo pone en manos de sus acreedores. Por lo tanto los buitres no se extinguen porque hay quien los alimente. Podrán cambiar de nombre y de cara, pero siguen estando presentes porque se los requiere. El concepto es siempre el mismo.
Más allá de discursos y declaraciones, de enunciación de intenciones y principios, mientras sigamos manteniendo esquemas de gastos que superan nuestras posibilidades de producción, seguiremos en un camino de endeudamiento y pobreza.

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